son las 12 de la noche y sigo en la chamba... mis ojos están hinchados y mi mano tiembla de tanto red bull's y cafés que he tomado durante todo el día... aún no termino este maldito informe, no lo comienzo, y cada nuevo tema que veo, abre uno más y otro más y otro más, y no hay cuando terminar este maldito expediente!!!!...
QUIERO MI CAMAAAAAA!!!!!
Caminando por esa avenida y mirando las viejas casas que la adornaban, hubo una en especial que nos impresionó al punto de imaginarnos dentro de una película de los años 50, esas en blanco y negro.
La fachada era del común de las casas antiguas, la puerta estaba abierta y daba hacia un pequeño pasadizo muy oscuro.
Al final del pequeño túnel, hacia la mano izquierda, una escalera, aparentemente blanca, con baranda de madera y peldaños de madera, daba la impresión de ser muy antigua. La subimos. Nuestros ojos empezaban a aclimatarse en aquélla oscuridad.
Cuando llegamos al primer descanso, miramos hacia arriba. La imagen fue tan espectacular que nos quedamos un buen rato parados, ahí, mirando. La escalera se erguía de manera espiralada hasta algún piso, que por la oscuridad de lo alto del edificio, no pudimos descifrar. La baranda, finamente diseñada, se perdía en la oscuridad del recinto. El silencio hacía que en cada paso rechinara la madera, que cada respiración produjera un ligero eco. Obviamente teníamos miedo, miedo de ser descubiertos por cualquier vecino o quizás ser presas de algún asesino en serie, la atmósfera del lugar inspiraba algo catastrófico.
Subimos hasta el primer piso y sólo encontramos dos puertas, una frente a la otra. No pude evitar imaginarme dentro del edificio de Grand y de Cottard en
Yo quería seguir subiendo y seguir conectándome con historias leídas, pero al parecer el miedo de mi acompañante fue más, así que tuvimos que dejar ese maravilloso ambiente de oscuridad y misticismo que convirtió mí noche, en algo mágico.
Hubiera podido ser una experiencia oceánica.
Chessssssss…!!!
Ayer me paso algo que desde niña no me pasaba.
Me voy a la cama con la intención de dormir pero cuando cierro los ojos, alguien dentro de mí dice "¿cómo vas a cerrar los ojos y no ver nada?". Entonces trato de ver algo por dentro de aquélla oscuridad que forman mis ojos cerrados y siempre veo un color cualquiera: verde, rojo, marrón, amarillo, etc. trato de verlo y le doy forma y mientras trato de descifrar la forma que tiene, me voy preguntando cómo es que puedo ver con los ojos cerrados, entonces me digo que no tengo los ojos cerrados sino que es mi fantasía la que está creando todo esto y, de pronto, sin darme cuenta, entro en un círculo vicioso espantoso en el que me voy preguntando cómo una persona puede dormir cerrando los ojos sin ver absolutamente nada y cómo poder imaginarse alguna situación sin poder verla, tan sólo reproduciéndola o creándola en tu cabeza; y mientras voy pensando todo eso, aquél color que observe por primera vez, sigue en mi cabeza cambiando de formas y de figuras, y me voy desesperando porque siento que no podré dormir como las otras personas están durmiendo, sin tener nada en la cabeza, si mirar nada, porque yo sí estoy viendo algo; entonces llego a la conclusión que la nada existe y que está dentro de nosotros, cuando cerramos los ojos, y que muchas personas no pueden verla porque… ¡no sé porque!... y me vuelvo a preguntar cómo no ver nada…. y entro otra vez a aquél círculo que me invade, me perturba y ¡no me deja dormir! Hasta que de pronto, sin darme cuenta, abro los ojos y siento que ya han pasado muchas horas cerrandolos, queriendo decir con esto, que ya he estado durmiendo; entonces trato de cerrarlos otra vez y otra vez veo aquél color y todo vuelve a empezar… ¡y siento que me voy a volver loca! y ¡no puedo dormir!
él: oie sonsa yo me moria por estar contigo y terminamos por el negro csm ese!
yo: !ay si pues!... y ¿cuanto tiempo estuvimos?
él: mmm... exactamente, no recuerdo, pero no llegamos al mes, me parece que dos semanas.
yo: me acabo de acordar que me ibas a recoger todos los días a las 8:30am del !ICPNA!
él: jajajajaja!!! ... me paltié... oie y eso... ¿no lo valoraste?
ella es mi amiga Eve, tan linda, subiendome los ánimos
Ya guardé todo.
Ya aprendí que la soledad se lleva más fácil cuando la preparación se hace con dignidad. Aprendí que la amplitud del espacio no tiene que ser ahora, que la libertad no esta en la calle, en el bar, en los amigos, en la hierba ni en el alcohol. Ya sé que las poses no sirven para ser uno. Los grandes deseos no siempre suelen ser más, los menores, los más chiquitos suelen ser mejores. Me enseñaron que la paz llega cuando aceptas tus interiores, me recordaron que la belleza esta en las caricias eternas, que los sueños cuestan cumplirlos, que el riesgo hay que saber tomarlo. Me dijeron que las oportunidades llegan una sola vez y que no se repiten jamás – eso me da pena. Me mostraron que el tiempo suele engrandecer a las personas, pero suele matar a otras.
Guardé las sábanas usadas, manchadas; los vinos y sus corchos, las colillas quemadas, las cartas jamás enviadas, los cuentos nunca acabados, los libros que no me gustaron, el título que nunca será enmarcado y el sueño que nunca cumplí.
Me llevo todo lo demás.
Hace mucho yo estuve templada hasta los huesos de un chico trujillano. Yo siempre me creí ENAMORADA de él pero luego me di cuenta que fue sólo un capricho, ¿una obsesión? Que se yo. Pero cuando pisaba tierra trujillana, mi piel se erizaba, mi corazón explotaba y lo único que quería era verlo. Recuerdo que al llegar a Trujillo y, luego de tomar desayuno en casa de mi mejor amiga, lo primero que quería hacer era caminar por su vereda con la esperanza que él saliera a la tienda o que se asomara por la ventana; y cuando no sucedía eso simplemente tocaba su puerta, preguntaba por él y conversábamos. Así estuve durante 7 años. Siete añazos en los que pensé que jamás un hombre me podría atraer tanto como él y en los que también creí que jamás iba a encontrar un hombre mejor que él. Lo nuestro parecía algo interminable, no respetábamos nada ni mucho menos a nadie. Si él o yo tenia pareja no lo tomábamos en cuenta (más de uno fue vilmente adornado, sí lo sé, estuvo mal, pero no sé que me pasaba, ¡se los juro!) En realidad no me quitaba el sueño pero cada vez que regresaba de Trujillo, el recuerdo duraba aproximadamente una semana, y durante esa semana yo andaba estúpidamente sonámbula, pero luego se me pasaba y retomaba mis andanzas. La verdad, no sé porque me pegué tanto a él.
Cuando lo increíble sucedió – o sea cuando abrí los ojos y me di cuenta que en realidad no me atraía – fue bien doloroso. Yo me puse a temblar y a llorar, él me abrazó preguntándome que me pasaba pero yo no podía responderle. Fue bien extraño como sucedió. Lo peor fue como terminó: lo invité a que se retirara de mi casa. Él sólo me miro, no me preguntó nada y se retiro. Eso aprendí de él. Sus miradas decían mucho, o al menos yo las entendía sin necesidad de pronunciar nada. Se podría decir, románticamente, que nuestros silencios eran nuestras mejores conversaciones.
Lo doloroso vino cuando me puse a pensar en todos esos siete años. Siete años pensando en una sola persona, pensando y creyendo estar enamorada o al menos estar ligada a una persona que conocía desde hace mucho, desde adolescentes.
Cuando se fue de mi casa, esos siete años se me vinieron encima. Me arrepentí de todo lo que había hecho y me di cuenta que nunca había estado enamorada ni de él ni de nadie, de ninguna de mis antiguas relaciones. ¡Que mal! Sentí un vacío inmensamente hondo. Las relaciones que tuve durante esos siete años, que fueron pocas, fueron lindas pero cuando terminaban, y yo me sentía fatalmente destrozada, el remedio era viajar a Trujillo, zambullirme en el maravilloso recuerdo de la adolescencia y luego regresar a Lima sin pensamientos. Pero aquél día me di cuenta que no era amor lo que había sentido y que, ahora, no quedaba ni una pequeña atracción. Ya no tenía escapatoria, tuve que aceptar que nunca había estado enamorada y eso no es bonito para nadie.
Ahora somos amigos, cuando llega a Lima siempre me llama (yo no hago lo mismo cuando voy a Trujillo) y almorzamos, actualizamos nuestras vidas y luego nos despedimos con un fuerte abrazo, besito en la mejilla y un “hablamos”.
Después de leer por segunda vez mi Planta de Naranja-Lima, y después de llorar a mares en éstos dos días que me tomó re leerla, debo confesar que soy una llorona cursi de lo peor. Eso es todo...
