Algo que encontré entre mis archivos del año pasado, cuando aún podía ver el atardecer sin que un maldito molde de cemento me tape el maravilloso cuadro que pintaban para mí...

Es difícil imaginarse un mundo sin la perfección que hace la naturaleza en él. Hoy, al abrir las cortinas de mi cuarto, pude ver la puesta del sol más maravillosa del año. Al instante traté de tomarle una foto pero, lamentablemente, la cámara que tengo no es profesional y no pude captar toda la belleza que veía. Luego de varios intentos para sacar una foto, lo más parecida a la realidad, me di por vencida. Se me cruzó por la cabeza pintarlo… pero mis ganas no dan para tanto. Así que decidí escribirlo.

Al fondo del horizonte se ve la cúpula de la iglesia claretiano toda iluminada. El techo está pintado de color turquesa y sobre él, hay una especie de estatua, no logro divisar que és exactamente, pero parece ser una estatua. La cúpula está rodeada de una serie de ventanas ovales, debajo de ellas, una especie de franja color rosado con pequeñas ventanas la rodean. La cúpula se encuentra en medio de un cielo veteado en colores amarillos, naranjas y rosados. El sol está cayendo y sobre él, deja ésta maravillosa acuarela de colores que nadie, absolutamente nadie, podrá pintarlo como yo lo estoy viendo.

Me imagino que esto es lo bueno de vivir tan alto. Por lo menos tener la sensación de tener una vista algo inusual. Es lamentable cómo tenemos ante nuestros ojos este maravilloso cuadro y que nadie lo pueda ver y darle la connotación que se merece. Las palabras "belleza", "bonito" o "lindo", son muy vanas y ligeras al lado de tan gran obra de arte. Lo natural es mejor que todo lo artificial que hay en este mundo.