un amanecer acompañada

Posted by ... | Posted in | Posted on 29.7.09

Entre el pesado sueño que da un noche de excesos, escuché muy por debajo de la realidad, una voz suzurrante que pronunciaba mi nombre y me hacía preguntas, que reía en silencio y movía lentamente mi cuerpo para levantarme.

Yo sentía que alguien estaba intentando despertarme. A lo lejos escuchaba sus preguntas y a lo lejos sentía mi boca pesada tratando de hablar, de responder sus preguntas. No sé cuanto tiempo habré estado así, pero luego de un buen rato y rendida ante la solicitud del interlocutor, abrí los ojos y lo vi.

Lo vi sentado al borde de mi cama, con una sonrisa bastante amigable, pronunciando mi nombre en voz baja, muy despacio me hablaba, me preguntaba cosas que no recuerdo ahora y que yo respondía. Él se reía pero insistía en pronunciar mi nombre para despertarme. !asu, te has quedado seca! me dijo mientras yo agrandaba cada vez más mis ojos al verlo ahí sentado al borde de mi cama y al tener un ataque de amnesia matutina, pero antes de realizar la pregunta, recordé la desesperada petición que me hizo ayer dentro del taxi y recordé también la fuerte advertencia que le hice.

Al voltear y ver mi alfombra que utilizó como cama, v
enció la pesadez de mis ojos. Con mucha paciencia y bastante delicadeza, insistía en preguntar sobre las fotos o recuerdos que veía alrededor de mi cuarto, con la finalidad, obvia, de no quedarme dormida otra ves. Yo respondía con los ojos cerrados, no me molestaban sus preguntas, ya que al fin y al cabo, tenía que regresar a su casa. Lo que sí, más me agradó, fue esa su voz tan suave del despertar y, sobretodo, que se quedara ahí sentado, al borde mi cama.

Y fue en ese momento cuando recordé, las muchas mañanas cuando ella venía y se sentaba, también, al borde de mi cama, cuando me preguntaba que tal estuvo la juerga, si había tomado mucho, la hora a la que había llegado y, finalmente, cuando terminaba en un baja para tomar desayuno.

Ya luego de hablar un rato, bajamos para abrirle la reja, le pregunté si había dormido bien, me contestó que sí, que se habia quedado privado apenas apoyó la cabeza en el puf.

¿Viste que me porté bien?
...

Sonreí
, sí.


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