Tarma

Posted by ... | Posted in | Posted on 16.7.09

Viajamos en la parte trasera del auto, al lado de una señora que llevaba una canasta de pan recién salidito del horno, esas inmensas de pan que suelen tener por allá. La llevaba sobre las piernas y, vale decir, que ocupaba la mitad del carro. El olorcito que emanaba nos provocaba sueños siniestros. El viaje duraba aproximadamente una hora y media, así que por un buen rato planeamos la manera de poder botar a la tía por la ventana y quedarnos con ese pancito tan olorso que teníamos al lado, pero resultó que la tía era pata del chofer, y se la pasó hablando y hablando durante una hora y media, así que nuestro plan no funcionó. Igual no hubiera funcionado ya que si botábamos a la tía, el fercho y los dos copilotos que tenía al lado, se nos venían encima. Así que, tranquilitos nomás, esperamos esa hora y media para llegar a Tarma.

Al ver que todos pagában 10 soles, nosotros también pagamos 10 soles pero el chofer se nos vino encima diciéndonos que el pasaje estaba 15, que los dos de adelante pagaron 10 porque habían viajado apretados - !pues nosotros también hemos viajado apretados con la canasta de la tía encima! - A las finales pagamos 10... lo justo pues. Eeeeen fin.

Conseguir hotel fue nuestro primer fin. Recorrimos un par de hoteles que no estaban nadita cómodos y nos quedamos con uno que... bueno, para lo que costaba no estaba mal, 25 soles la noche, cama matrimonial, con vista a la calle, una ventanasaaaa... pone no? Nos bañamos depués de dos días de no hacerlo y salimos a recorrer esa metrópoli que nos pareció Tarma, luego de haber estado en Junín, ciudad muy desolada.

Lo primero que encontramos fue un restaurant que no recuerdo el nombre pero era una especie de KFC (sí pues, ir hasta allá para terminar comiendo comida chatarra, eso también lo pensé yo, pero mi compañero no es de gustos peruanos en cuanto a comida se trata).

Luego de estar papeaditos bajamos un poco la ciudad y encontramos una especie de pub/museo/chupodromo que no staba nadita mal. Compramos calientito y a mirar las miles de fotos, recortes de periodico, adornos, recuerdos y miles de cosas que tenía el lugar, ¿que como se llama? pues no sé, creo que ni el dueño lo sabe. El lugar es bien caletón, sólo tiene una luz medio roja en la puerta y una entrada como si fuera una tienda de discos.
Luego, mi compañero me acompañó a regañadientas a un discoteca de Tarma. No es que quería bailar, sólo quería mirar. Es impresionante ver, a la 1am, tanta gente borracha en la discoteca. Chibolos y chibolas comprando jarritas de 3, 4 o 5 soles que contenía calientito, aún estando borrachos. Asu, en pronvincia siempre se toma tanto!

Al día siguiente nuestro destino era Huagapo, la gruta más grande de sudamerica, según dicen. Tomamos un colectivo que nos costó 5 le. El viaje duró aprox. 45 minutos, pero valió la pena la espera, no por la gruta, no es la gran cosa, sólo es un huecaso en medio de un cerro con una entrada poca profunda. Lo excitante de ese viajecito fue subir una cerraso de aprox. 500 metros de altura y poder llegar a la encima. Nunca había hecho eso. Preguntamos a un niño de por ahí y nos dijo que en la cima se encontraban una ruinas de la cultura TARAMO, "unas piedras juntitas" nos dijo. Nos demoramos una hora en subir, o mas, no lo recuerdo. Pero poder llegar a la cima, sentir ese viento y mirar desde la cima todo fue alucinante!!!





ahi un poquito se ven



aki mas cerquita


y esto eran!!!... no tanto así como piedritas eh?

Nos sentamos un buen rato, para variar, encima de la cima. Meditando aquéllas cosas que suelen hacernos pensar las montañas aireosas. Luego de dos horas, con bastante hambre e impaciencia, bajámos. La bajada fue bastante peligrosa, en especial la mía porque no había llevado las zapatillas para caminar sobre piedras, pero luego de incrustarme miles de espinitas en la mano, salí con vida y chapamos taxi de regreso a Tarma.

Ya era domingo, así que la noche sería bastante tranquila. Luego de ver Meteoro, bajamos a la Plaza, porque oímos por ahí algun sonidito de Banda u orquesta como suelen llamarlo. Nos quedamos parados viendo bailar a las personas, muy alegres, en redondela, al son del huayno, huaylas, marinera y hasta cumbia; entre ellos se pasaban una botellas envuelta en bolsa negra. Obviamente, por el frío que hacía, supusimos que era calientito. Como ya estaba finalizando nuestro viaje, no teníamos plata, así que no pudimos comprar pilas para las fotos y poder captar lo que vivimos a continuación.

Una señora me jaló de la mano, yo contenta se la dí, llevó mi mano hacia un señor de la ronda y nos puso en medio para bailar huaylas. Jaja, yo no sé bailar nadita eso, pero aún así lo intenté. Verguenza la de mi compañero que no quiso salir a bailar y la señora, que se encontraba avanzada en trago se rió de él, mofándose de su aire intelectualón. Para no pasar más verguenza, yo lo jalé al medio para que baile conmigo, y accedió a pasar el roche. Terminada la pieza, nos dispusimos a salir de la ronda pero la misma señora nos gritó que no nos fuéramos, salud!, entregando, a mi compañero, la botella envuelta, con una vasito pequeño de plástico.

Terminé en una bomba, abrazada de todas las señoras, cariñosísimas, que nos adoptaron por una noche. Habíamos caído en manos de la madrina del próximo año, y como estaba muy contenta, quiso compartir su alegría con nosostros "los limeñitos" (yo les dije miles de veces que no era limeña sino trujillana, pero miles de veces se equivocaron). Henry, Vilma, Mary, Ofelia y muchas otras más personas, que no recuerdo sus nombres, nos hicieron bailar al son de la "orquesta", a los pies del castillo de fuego, saya, huayno, marinera, etc. Henry me enseñó a zapatear, que fuerte es eso!... A las 12 reventaban el castillo y, acompañados de la banda, bajamos corriendo por toda las calles, con los brazos entrelazados, bailando y tomando, hacia la puerta del mercado Modelo y ahí, con las chipas del Castillo y en manos de los demás, terminé por sentirme parte de algo, siquiera por unos minutos...

Al dia siguiente, pasamos por el mercado, para ver si seguían ahí y por supuesto que estaban ahí, con un buen jonca al lado. Las abrazamos y les agradecimos inmensamente por la grata noche que nos hicieron pasar. Se aprende mucho con ellos, mucho.

Ya no hubo tiempo para más recorridos, al día siguiente habían anunciado un paro de transporte, así que patitas pa' que te quiero, nos regresamos, muy contentos porque habíamos conseguido pasaje en una bus panorámico (de esos que sientes que se tambalean) y como partíamos al medio día, no podíamos perdernos la carretera central, que para poder describirla, tienen que verla.

Y así llegue otra ves a la Lima fea, gris y nebulosa. Y sigo aquí, planeando otro viaje que pueda sacarme de la realidad.



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