Junín

Posted by ... | Posted in | Posted on 12.7.09

Una de las cosas que siempre quise hacer cada ves que viajaba hacia Cerro de Pasco era hacer una parada en la ciudad de Junín. Me llamaba mucho la atención esas tiendas con puertas vaivenes de madera que parecían salidas de películas en blanco y negro. Así que decidí irme para allá.

El viaje no fue muy grato, la verdad no hay nada como viajar en carro particular, será la edad pero últimamente los viajes en buses me gastan mucho, sobretodo si se equivocan en comprar los asientos y viajas en la cabina del bus al lado del chofer!

La carretera central es peligrosa, pues sólo hay un carril de ida y un carril de venida, así que esas 5 horas de viaje me las pasé viendo las luces largas de los buses contrarios, iluminar toda la cabina y sentir que cada minuto mi vida iba acabar con esa luz que se asomaba.

Al pisar la ciudad de Junín a las 4:30am, lo primero que sentí fue una helada impresionante en todos mis huesos; mientras que mi compañero, se podría decir que lo sentía todo porque el soroche lo había invadido. En el lugar donde bajámos no habían carros, sólo motos, así que, no bastando con la helada de la madrugada, el chofer colaboró con el congelado viento en nuestra cara mientras no llevaba al hotel.

El water del cuarto del hotel dió la bienvenida a mi compañero; mientras yo, acomodaba la gélida cama, con tiesas sábanas y cuatro colchas. La chola (bolsa de agua caliente) llegó 40 minutos después, cuando mi compañero quietamente se quedó dormido, así que la utilicé yo. Esas cholas calientan riquísimo, pero sólo la parte donde la pones, mientras las otras partes de tu cuerpo están heladas, pero calientan al fin y al cabo.

Aproximadamente al medio día, luego de mates de coca, sopitas de cordero y un par de horas sentados en la plaza calentándonos bajo ese fuerte sol serrano, fuimos al distrito de Ondores, distrito que está al lado de la laguna de Junín. No encuentro palabras apropiadas para describir lo que es ésa Laguna. Es simplemente impresionante. Un rebaño de ovejas, extensas pampas verdes a nuestro alrededor y un profundo silencio hacían el trío perfecto.

Estuvimos varias horas ahí, callados, echados boca arriba. No teníamos frio ni soroche, un poco de hambre sí, pero preferimos quedarnos ahí, preguntándonos por qué habíamos elegido viajar hacía allá, cuando pudimos elegir otros lugares un poco más calurosos y con más gente alrededor y la respuesta la encontramos frente a nosotros: verde, blanco y azul, silencio y paz, gratis y nuestro.




Al día siguiente, fuimos hacia Huayllay, al bosque de piedras - esto no es Junín pues pertenece a la Región de Pasco, pero igual esta cerca. No les recomiendo ir sin carro particular, nosotros la sufrimos harto fungiendo de warriors. Tuvimos que tomar un carro en la carretera central, encontrar asiento en donde sea, esperar una hora de camino, bajar y seguir esperando a que el colectivo se llenara. Según el chofer hay días que faltan carros y otros que faltan pasajeros - para nuestra mala suerte nosostros llegamos en el segundo. El pasaje hacia Huayllay está 5 soles, pero tuvimos que pagar 10 para que el carro salga sin pasajeros y evitar seguir esperando 45 minutos más. Al llegar al bosque nos encontramos con Alcibíades, un gran hombre que cuida el bosque y que nos contó muchas historias del Huayllay. Una de las cosas que mi compañero y yo odiamos es pagar un guía. No por ser chungos, sino porque muchos guías subestiman la ignorancia del turista e inventan historias horripilantes y mentirosas; pero contrario a ello, Alcibíades no fue así. El lenguaje y la manera de utilizarlo llamó mucho nuestra atención; nos contaba historias de turistas, de las piedras, de la comunidad de Huayllay, de su familia, de su esposa, de la comida, etc.; es decir, de todo un poco y todo lo que salía de su boca era tan entretenido que, mucho más que las piedras y sus formas, nos gusto su compañía. Fue tan sincero que nos confesó que para aumentar el turismo del bosque, había pasado horas de horas mirándo las formas de las piedras tratando de darles una figura conocida para así llamar la atención del turista. Debo admitir que no logré descifrar la figura que decía parecer muchas de las piedras que nos enseñó, pero eso no es lo impresionante del sitio. Lo impresionante es ver aquellas inmensas piedras, todas juntas alrededor de una vastísima pampa verde y sentir que puedes alzar tu mano y tocar el cielo.
Al bajar del bosque encontramos que tres camionetas habían llegado para pasar la noche ahí. !wwuuao!.. ¿se imaginan lo que es pasar una noche o un fin de semana acampando en ese lugar?, muy aparte del frio que debe hacer por la madrugada (pues debes ir con los elementos apropiados para la puna) es pasar una noche increíble con un cielo estrelladísimo y un silencio profundo !sería la mejor luna de miel! Pero eso mi compañero y yo no lo podemos hacer, aparte que no somos pareja, no habíamos llevado con nosotros los implementos necesarios para sobrebvivir una noche en medio de la puna. Alcibíades nos dijo que tenía una cabaña ahí (nos la señaló) para pasar la noche, pero nos mariconeamos y le prometimos regresar con mas personas y pasar un fin de semana ahí.






Es cierto que la ciudad de Junín no es la mejor ciudad turística del Perú, tampoco tuve la oportunidad - ni las ganas - de ir a esas tiendas con puertas vaivenes de madera que tanto me atraían. No tuvimos la mejor bienvenida, hace mucho frío y la altura mata; pero lo que vimos, conocimos y sentimos, estoy segura no volverlo a sentir durante mucho, mucho tiempo. Pena me da que otras personas no piensen lo mismo, pero así es nuestro Perú tan variado en climas, lugares y, sobretodo, en personas.

Recomiendo hacer este viajecito, pero con auto particular, eso de ser warrior o dárselas es muy cansado y agotador.



Comments Posted (0)