en un sábado cualquiera

Posted by ... | Posted in | Posted on 5.12.09

El edificio que están construyendo frente a mi casa tapa toda la puesta del sol. Ahora que Lima esta medio loca con el clima y que al sol se le apetece salir de cuando en vez, ya no puedo verlo partir. El año pasado, podía ver la acuarela más espectacular en el cielo, pero ahora veo el bloque de cemento más ancho. Me llega. Así como me llegan los matris. Hoy tengo uno. Ayer hablando con una amia me dijo que ella no iba a matrimonios, que en toda su vida sólo había ido a dos, porque consideraba que su presencia debía justificarse sin compromisos. Me cago. Me cago porque todos los matrimonios a los que he ido han sido por compromiso, inclusive al que voy a ir hoy día. La única rebeldía que he podido hacer al respecto es no ponerme vestido (porque detesto los vestidos de matrimonios) e irme en pantalón. Por mí me iría con esa falda que me acabo de comprar, pero me parece que la tela de pareo no es como para matrimonios. Así me sentiría más cómoda. Pero no, porque todo son reglas y juicios. Me llega.
Ayer me fuí hacer un disque recorrido pisquero por Lima Centro. A las finales terminó siendo un recorrido cervecero con su pollo Rocky's incluido. Que rico. Aún me quedan las papas fritas en la refri. También hay mayonesa y ají por montones.
Hoy almorcé pollo a la brasa del Pardo's. Es rico pero ya no me afana mucho estar comiendo tanto pollo, aunque fácil me salen plumas y así la fragilidad volaría, si es así también me como las papas porque un pollo sin papas no es pollo. Solo faltaría que mi telencéfalo altamente desarrollado y mi pulgar oponible se obstruyan para ser un animal. Un gato. Así podría salir por las noches, recorrer los tejados y luego volver a mi casa, meterme por la ventana, con mis patitas suavecitas y peluditas. Caminaría por el borde y saltaría hacia mi cama, en donde me esperarían unas ricas almohadas, un colchón bastante suave por el tiempo y unas maravillosas sábanas blancas, que por cierto mañana tengo que lavar porque ya no están tan blancas. Así como mi alfombra naranja que ya agarró un color medio grisáceo. Ches, tengo que hacer un montón de cosas en mi casa. Como poner un librero, conseguirme un perchero y un alacena para mis platos que, desde que llegué, están dentro de la zapatera de la mesa de noche mi abuela que heredé, bueno me la cogí nomás.

Vuelvo a mirar el sol y vuelvo a mirar ese bloque de cemento con color cemento que me hace sentir más cemento. Lo odio. Odio los edifcios. De niña viví en uno. En un quinto piso con un panal de abejas en el techo y cada ves que salía la reyna abeja, todas las demás salían para cuidarla. Fui picada varias veces, pero era alucinante ver ese enjambre nebuloso rodear mi ventana. Mi niñez fue bonita. Mi adultez no tanto. Antes romper un vaso era lo peor que me podía pasar en el día, ahora no saber que hacer es lo peor que me puede pasar en la vida.

Ahora me voy. Me voy a bañar con mi cara de poto. Renegando y subiendo todo el volumen a Presos de nuestra Libertad, mientras mi pantalón se arruga y mi blusa verde, esa que me gusta tanto, me espera.

Chao

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