Lima mojada

Posted by ... | Posted in | Posted on 12.2.09

Hoy, al salir y caminar bajo la pequeña lluviecita que botó Lima, "patitas de zancudos en la piel, caricias de telarañas", me gustó el olor que emanó desde abajo, pistas sucias.

Me gustó porque me hizo recordar aquéllas ilusiones provincianas que me invadían al amanecer en Lima; cuando de niña, despúes que mamá me cargara en sus rodillas durante ocho horas en un bus sin aire acondicionado, ni baño incluido, ni mucho menos película desveladora; pisaba Lima y el primer olor que tenía en mi cabeza era ése a tierra mojada.

Podría escribir miles de cosas acerca de mis ilusiones provincias con la capital; podría decir que, cada vez que mamá se acercaba a mi oreja susurrando las palabras mágicas "mañana nos vamos a Lima, shhhh..." y se alejaba con esa mirada cómplice que tan bien le quedaba, mi corazón no paraba de latir fuertemente hasta encontrarme al día siguiente encima de las piernas de mamá y dentro del bus. Antes se podía hacer eso, pues. Cargar a una niña de 6 u 8 años en las rodillas, durante un viaje interprovincial, Trujillo - Lima, no era problema para la empresa; el problema se lo llevaba la persona que cargaba y el pasajero de al lado; en especial conmigo, que de niña solía marearme mucho en los buses y los resultados eran catastófricos.

Lima para mí era una ilusión, un sueño, una desvelo de toda un noche. Lima era la libertad, lo grande, lo nuevo, los canales de televisión: frecuencia latina, global, el 33, el 15; los paseos por las tarde en ese parque tan grande que ahora resulta ser pequeño; el olor a madera de la casa de la mamama; los chocolates y helados; el frio y la lluvia pequeña; los edificios inmensamente altos; "los túneles" (que resultaban ser los baypases de Paseo de la República); las luces multicolores de los anuncios en las calles; las pantallas gigantes; las anchas avenidas; pero sobre todo, Lima siempre fue ese olor a tierra mojada por las mañanas.

Ahora todo es distinto.

Lima dejo de ser todo eso para convertirse en un mounstro gigante, con anchos brazos estrujantes, con mucho smock en la cara, con mucho desorden vehicular y mucho robo en las calles. Lima es una mar de luces amarillas y, un día al otro, dos luces blancas enceguecedoras. Lima se convertió en una prisión que me gusta, sí, pero que no soporto. Lima, es horrible pero bonita, tiene su nosequé metido en algún lado.

Quizás fuera mejor si recobro aquéllas infantiles sensaciones . Quizás extrañarnos nos haga bien.

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