Sin juicio

Posted by ... | Posted in | Posted on 18.2.09

Él me miraba y me decía con aquella vocecita tan suavecita que lo caracteriza: tranquila, tranquila.

Mientras apretaba aquél cincel y movía mi cabeza de un lado hacia el otro, yo sentía que me la iba a quitar.

Trataba de no moverme, sabía que si lo hacía produciría un desastre, pero era insoportable. Tranquila, tranquila.

Yo encogía mis piernas, las alzaba y las movía en el aire. Tranquila, tranquila. Escupía rojo y volvía caer. Me haces sudar…

Mis ojos chocaron contra los suyos. Así, mírame con odio, me haces sudar.

Ya no aguanto, ¿por qué no terminas de una ves?

El dolor se hacía insoportable. Cada 10 minutos un nuevo pinchazo.

Un líquido frío y gelatinoso entraba.

Luego, calma.

La sangre salpicaba en su cara, en sus manos, en su ropa.

Mis gemidos lo asustaban. Tranquila, tranquila.

¡Au!

Casi casi, no te muevas.

Mis ojos cerrados, mi boca completamente abierta, hacia él. Tranquila, tranquila.

Ya no quiero más, pensaba, ya sácala.

Sólo un poco mas. Tranquila, tranquila

¿Te duele?

Aja.

(Nuevo pinchazo)

Me sentaba, escupía, me acostaba.

45 minutos, fueron una eternidad.

Así perdí el juicio.

Ahora no puedo comer ni fumar ni beber... uhummm?

¿no se supone que lo he perdido?

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