el ampay (I)

Posted by ... | Posted in | Posted on 21.8.08

Éramos alrededor de 15 mujeres locas por hacer la más grande travesura del último año escolar de nuestras vidas: tomar todo el licor posible en el último recreo. Cada una tenía el deber de traer un trago - se aceptaba cualquier cosa que contenga alcohol menos el farmacéutico. Yo, al ser la menos pudiente de todas y la más fumadora desde ya, estaba encargada de llevar los cigarros.

Aquél día, a las 8am, cada una guardaba en su mochila el paquete encomendado. En clase nos mandábamos papelitos preguntándonos que trago había traído cada una.

Tengo que confesar que yo no pude conseguir los puchos, en aquélla época no tenía ni pal’ pucho. Con mucho miedo, había planeado decirles a las chicas que los cigarros se habían caído de mi mochila, que me los había robado mi hermana o por último, que no me había aguantado y me los había fumado, pero me tenía que disculpar.

Durante el primer recreo, todas cuchicheábamos sobre la gran hazaña que acometeríamos durante el segundo recreo. Estábamos realmente emocionadas, la sangre hervía en nuestros cuerpos, la adrenalina invadía todos nuestros deseos. Era un momento realmente glorioso. Aquélla espera nos desesperaba. Cada una lo disfrutaba de mejor manera. Algunas compraban en el kiosco muchos panes con pollo, preparándose para la ingesta de licor. Karina me compraba los panes, decía que ella no iba a tomar para cuidarme, yo sólo me reía porque no le creía. Acabado el primer recreo, entramos a los salones. Faltaban tan sólo dos horas para el siguiente recreo. La clase era de biología, pero nadie atendía. La “Miss” Pérez me llamó y dijo que vaya a su oficina. Muy tranquila subí a verla, estaba segura de no haber hecho nada malo durante, al menos, las dos últimas semanas; así que lo último que podía hacer era regañarme.

Al abrir la puerta de su oficina, la note un tanto seca conmigo. Me dijo que me sentara y que la escuchara. Mi piel se erizó cuando pronunció la primera frase: “Sé que han traído licor al colegio el día de hoy”. En ese momento todo sonido se paralizó, mi mente se nubló, sólo veía su boca abrir y cerrarse y pensaba en mis amigas, en las botellas que habían llevado, en sus mochilas. “Dime la verdad, ¿tu estas metida en esto? Mira que estas con matricula y esto sería gravísimo para ti y el año escolar”. Yo sólo la miraba y le decía que no sabía nada, que jamás había escuchado nada parecido.

Luego de aproximadamente una hora que estuviera rogándome para “cantarle” algo relacionado al bacanal organizado y prontamente interrumpido, me fui al salón corriendo pero no pude entrar al ver que las puertas estaban cerradas, las ventanas estaban cerradas y todo estaba herméticamente cerrado. Por las lunas catedral de la puerta pude ver siluetas que se movían de un lado hacia otro; entonces, pensando que habían cerrado con llave por casualidad, tocaba y tocaba cada vez mas fuerte pero nadie me abrió. Desde el otro lado del patio, una monja me grito que me vaya para el teatro, que ahí estaban las alumnas ensayando para la ceremonia de graduación. ¿ceremonia de graduación? – pensé.

Al llegar al teatro, una escena macabra se estaba realizando. Todas las alumnas de ultimo año se paraban y se sentaban al unísono de una profesora que gritaba: “paradas, sentadas, paradas, sentadas". Karina me había guardado un sitio al lado suyo, así que me senté pero ahí mismo me paré. Mientras nos parábamos y nos sentábamos cual idiotas marionetas, le conté lo que había hablado con la “Miss”; también le conté que las puertas de los salones estaban cerradas pero que dentro había visto personas. El cuchicheo se incremento cuando Karina le contó a Fiorella que estaba a su costado y Fiorella le contó a Olenka que estaba a su costado y así sucesivamente hasta que todo el grupo comenzó a hablar del tema.

Al salir del teatro, entramos a los salones. Cada una revisó su mochila, pero no encontraron el licor que tenían guardado, algunas mochilas no estaban, la gente se empezó a desesperar. A mi me habían revisado hasta la cartuchera, me di cuenta porque las personas que habían husmeado no habían tenido la amabilidad de guardar mis cosas, las habían dejado todas fuera de su lugar y tiradas encima de mi carpeta. La verdad me dio cólera. Por lo menos hubieran tenido el tino de guardarlas ¿no?. Después comprendí que fue pura piconería, como no encontraron nada pues las botaron nomás. En pleno momento de desesperación, entro la "Miss" Pérez al salón con una lista en la mano y comenzó a llamar a cada presunta culpable. A mi no me llamaron, pero antes de salir, la "Miss" me lanzó una mirada acusadora. El salón quedó en completo silencio, la profesora de biología seguía escribiendo en la pizarra pero nadie apuntaba nada.

(continuará...)

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