A pesar del dolor de barriga que me esta matando ahorita, es necesario que escriba algo para así calmar la ansiedad que me esta colmando. Mañana me mudo a un nuevo techo. A mi me gusta mi nuevo hogar, es amarillito, un toque rústico y más amplio que el anterior. Aún no conozco a mis vecinos pero espero que puedan compartir el internet, de lo contrario, me volveré loca. Así de dependiente estoy. Ya he bajado alrededor de 10 libros virtuales para así entretenerme en las horas de ocio que se me avecinan acomodándome a mi nueva vida.

Yo viví sola durante todo el 2007. No fue de lo más entretenido pero sí me llegué a acostumbrar. Recuerdo que los primeros meses mi casa era un pub. Todos los fines de semana nos reuníamos para los previos - que duraban algunas veces toda la noche. Así nació “y si amanece por fin” de joaquinito.

Una vez, me quede dormida en la alfombra y al levantarme al día siguiente ví que mi lamparita de papel estaba toda quemada y que en el piso había un caminito de chorros duros de cera que daban al lavatorio de la cocina. Obviamente, yo no entendía que sucedía. Luego me contaron que mientras yo dormía, la lámpara ardía en llamas arriba de mi cabeza y si no fuera por mis amigos que se quedaron chupando mientras yo dormía, hubiera muerto quemada.

Uf! tantas cosas pasaron en ese depa y doy gracias a dios que felizmente las cosas no hablan, porque sino me delatarían. je.

Luego el tiempo paso y paso de moda mi jatoyo, entonces llegaron aquellas horas que no se las deseo a nadie. Horas muertas, nada más. Que se transformaron en fines de semanas enteros, mucho silencio que siempre acompaña y una suerte de desesperación adorada. Pero… poco a poco me estaba gustando vivir sola y antes de partir, ya estaba completamente acostumbrada; es más, me gustaba estar y andar sola.

Ahora… tendré que empezar de cero, pero ya con la experiencia de haber vivido sola. Supongo que será más fácil, aunque sin las gollerías que tenía.

No voy a negar que extrañaré este cuarto lleno de cajas que me acompañaron durante 5 meses. Las comodidades que me daban aquí, la ropa limpia y siempre guardada en el cajón, luz, agua e internet gratis, comida servidita, agua caliente todo el día. Pero sobre todo voy extrañar a mi sobrina que siempre elige que ropa me pongo los fines de semana, al Elmo que siempre me acompaña cuando fumo en las madrugadas; a mi hermana, aunque jodida, últimamente se ha convertido en mi paño de lágrimas. Y toda esa compañía que tenía.

Pero basta de melancolías, es hora de ocuparme de mí y de aprender a vivir.