Y después de taaaanto pensar, sólo una pregunta queda en tu pequeño cerebro retorcido y podrido: ¿send o no send? Difícil respuesta, sobretodo por las consecuencias que podrá tener el send tanto como el no send. Así que lo único que deseas en ese momento es que un árbol caiga encima tuyo o que un pajarito cague en tu ojo o que un terremoto sacuda tu cuerpo o que tus piernas dejen de caminar o que tu dedo se atrofie, algo!… pero abres los ojos y nada ha sucedido, todo sigue igual, y lo peor, la pregunta sigue en tu cabeza circundando cual aureola mágica. Así que sigues con lo mismo. ¿send o no send? ta mare!

Pasa el tiempo y miras el reloj para ver si es una hora apropiada y te das cuenta que sí es una hora apropiada....chesss! Bueno sigues pensando, sobre todo en las consecuencias, pero no das con ninguna, entonces te pones a imaginar que decidiste por el send… uy no… mejor por el no send…. mmm, mejor no…

Luego de dar vueltas y vueltas, decidiste por el send. Te quedas echada en la cama, abrazada a tu almohada, pensando. Nada. No hay respuesta. El arrepentimiento esta llegando. Te sientes tan tonta y piensas que lo mejor habría sido el no send, pero claro, una tan estúpidamente impulsiva, sin pensarlo bien, elige el send. Un sonido extraño suena, es la esperada respuesta y es tal como la habías imaginado!!! Te sientes feliz y automáticamente piensas que lo mejor ha sido el send, te sientes segura de lo que has elegido y piensas que para la próxima no la pensarás tanto y te lanzarás a la piscina. Así que sigues con muchos sends más y recibes muchos sends más, y sientes que cada send es una alegría para el día de mierda que has tenido en el trabajo, que no importa los roches con tu familia ni con tu vida, que todo lo arregla aquella pequeña pantalla color azul… y poco a poco sientes que la realidad toca tu cuerpo, que el perro lame tu cara, que no sabes porque tu perro está en tu cuarto si tiene prohibido subir, que tienes frío, que ya es de noche, que te tocaba sacar al perro y que tu dedo sigue temblando frente al pequeño teclado verde que nunca llegaste a apretar.