Al llegar a casa, me avisaron que un virus muy contagioso se estaba propagando dentro. Era el virus de la “varicela”. Cuando me lo advirtieron, me reí burlonamente y contesté, muy confiada yo, “a mi ya me dio” y seguí el camino hasta mi cuarto sin hacer mucho caso. Mientras caminaba, casi por inercia mi mano derecha empezó a rascar la parte izquierda de mi cadera. ¿? Supuse que era la apretadura de mi pantalón y seguí rascándome. Ahí mismo me acordé que la varicela se presenta con ronchitas que pican infernalmente y que, si te las rascas fuertemente, puede dañar tu piel y quedarte marcas. Me miré y lo inimaginable había llegado a mi pequeño cuerpecito: era la roncha maldita, con las características que tienen las ronchas varicelianas: medio furúnculo, medio roncha con fuga de granito a punto de madurar. Ag! Me fije más y otra roncha estaba en mi espalda. Re – Ag!

Sentí que mi vista se nublaba poco a poco hasta volverse blanca color neblina; ¿cómo me llamaría yo entonces? “la chica incrédula” Era pues el momento de irme al ala derecha del pasadizo y pertenecer a los contagiados. Pero como ya todos en la casa estábamos en ese estado, el reparto de habitaciones no valía la pena. – esto es una de las tantas pastruladas que tengo cada vez que me pego mucho a un libro.

Grite y pataleé. A mí nunca me ha gustado estar enferma. Luego de maldecir a los bichos aéreos y a mi hermana por contagiarme, me fui pa’ mi cuarto. Lo primero que hice fue buscar en Internet los síntomas, medicamentos, duración, etc. todo sobre la varicela. Terminé más asustada que antes. Hay que tener mucho cuidado con lo que encuentras en Internet, ahora prefiero que un médico me diga las cosas antes de hacerme conjeturas con dicha info. Bueno, lo que encontré en Internet fue que a los pacientes que les brota el virus por segunda vez, suelen tener lo que se llama “culebrilla”, que es una especie de varicela pero incrementada, o sea más fuerte. Y es más fuerte si se trata de pacientes mayores de edad. Como ilustración pegaban unas lindas fotos del tronco, brazos y cara de un paciente con la denominada “culebrilla”. Yo del chico me mataba, así de simple. Todo su cuerpo estaba lleno de esas ronchas. TODO. Cerré inmediatamente todas las ventanas que había abierto. Me tomé un clorotrimeton para poder descansar sin rascarme, y decidí acostarme a las 10:30pm. “si descanso, me puedo curar más rápido”- pensé acordándome que una de las tantas páginas que había abierto (en realidad era una pagina dirigida a los niños que navegan por internet) decía que si uno descansa se cura más rápido.

No pude dormir durante toda la noche. Soñé que me levantaba por la mañana y que al mirarme en el espejo del baño, mi cara estaba rodeada completamente de ronchas rojísimas como las que tenía el chico de la página web. Luego me levanté por la madrugada con un calor infernal, así que me destapé (una de las páginas decía que las ronchas brotan cuado hace mucho calor), pero al ratito me dio frío, así que me tapé. Luego abrí los ojos y miré el techo de mi cuarto, y como rezando, pedí que mi cuerpo amaneciera tal como se había acostado. Mis ojos se abrieron del todo a las 7am. Lo primero que hice fue ir al baño para chekar si mi cuerpo había sido invadido con el sarpullido maldito. Pero no. Nada de nada. Las dos ronchitas estaban en el mismo lugar que el día anterior y no picaban. ¿Que raro? Así que contenta y feliz fui al cuarto de mi hermana y, como sacándole piquita, le dije que no me había brotado más. Sin reírse, pero con todas las ganas de hacerlo, me dijo que las ronchitas no brotan en un solo día, sino que brotan como máximo en tres días y que mejor no vaya al trabajo porque podría contagiar. Ya explicar mi estado de ánimo en ese momento es absurdo, así que llamé al trabajo para avisar que no iba a ir hoy, ni mañana, ni pasado.